Walter Benjamin, el montaje como estrategia de escritura

por Juan Pablo Anaya

El ejercicio del montaje en la escritura es un intento de cristalizar la multiplicidad de retazos que conforman un momento histórico. Así se podría caracterizar en primera instancia el método que Walter Benjamin buscaba desarrollar en su obra inconclusa, el Libro de los pasajes. El objetivo de Benjamin en este texto era trazar las coordenadas a partir de las cuales fuera posible rastrear la construcción histórico-filosófica del siglo XIX como tiempo en que nace la sociedad industrial. El montaje es el camino que siguen los ensayos de Benjamin para realizar un ejercicio personal de arqueologo y, a la vez, elaborar un pensamiento que reinterprete el materialismo histórico.

Para rastrear los procesos históricos que configuraron el presente, Benjamin interpola fragmentos de todo tipo. Si para el materialismo histórico las relaciones sociales determinaban la conciencia subjetiva, en el trabajo de Benjamin será el montaje lo que permita rastrear esas relaciones sociales que dieron lugar a la sociedad burguesa. Así, en la reciente publicación en español de las notas de Benjamin para el Libro de los pasajes es posible observar las disímiles piezas que servirían como material de trabajo para el texto y que darían cuenta del surgimiento de la modernidad en el s. XIX. Los materiales recopilados por Benjamin a lo largo de trece años (1927 a 1940) incluían recortes de periódico con relatos acerca del París de esa época, textos y fotografías publicitarias; notas e información sobre los panoramas animados de Daguerre, la moda de la época, los novedosos medios de transporte, el diseño de mobiliario y fachadas; los cuales se entrelazarían con un análisis acerca del proyecto urbanístisco del Baron Haussmann para el rediseño de París, con las referencias a Baudelaire (personaje central en el surgimiento de la modernidad) y con reflexiones acerca de los textos de Marx. Todo para dar cuenta de cómo se construye un proyecto histórico, político y económico que configura una nueva escenografía, la del París de finales del siglo XIX.

El supuesto en el método de Benjamin es que todos estos elementos que articulan el espacio cotidiano son un sueño colectivo cuyo contenido es necesario descifrar. En realidad, los pasajes son tanto las avenidas por las que transita el flâneur como las citas donde el pasado le da densidad semántica al presente e interviene su devenir al interior del ensayo. Tal como lo dijo Adorno, la significación en los ensayos de Benjamin emerge del “montaje chocante del material”. En este sentido, el montaje configura una estrategia de escritura antisubjetivista que busca dar cuenta de un proceso dialéctico en la historia. Benjamin se encuentra en busca del tiempo perdido que explicaría el presente. Bajo su lente el pasado parece estar atrapado en los fragmentos y por medio del montaje es posible sacarlo de nuevo a la luz.

Benjamin logró renovar los instrumentos y los métodos para el análisis histórico-filosófico realizando un trabajo de análisis similar al que sucede en la novela policíaca: los fragmentos son la huella o la pista a partir de la cual se intentar reconstruir el crimen. El montaje se vuelve la encrucijada donde se reconstruye el paisaje o la escenografía que nos permite explicar los sucesos.

La seducción que conlleva el carácter innovador de una mercancía será la nueva dinámica que volverá a la sociedad industrial del siglo XIX una sociedad de consumo… todo este conjunto de mercancías desechables definirá un nuevo tipo de basura articulada por informaciones que en su sintaxis buscan llamar la atención del espectador. De esto trataremos en la próxima entrega.