Hipótesis: el trabajo de cuidados tiene, entre otras más, una dimensión erótica y gozosa. En relación a los cuidados de una cría, cuando se les retrata como el trabajo heroico que hicieron las madres sacrificadas se hace una operación muy peculiar, aliada con el machismo. Se mantiene a los cuerpos que se han marcado con el genero femenino como esencialmente atados al acto de cuidar y a los cuerpos marcados con el género masculino se les separa de una dimensión vital indispensable que hace posible la vida. Esta separación simplemente refuerza la lógica del machismo. Al volver al trabajo de cuidados algo heroico y sacrificial y ocultar su dimensión erótica, la formación machista vuelve a los cuerpos marcados por el género masculino incapaces de sentir goce al cuidar a un niñe. Cuando las sensaciones de cuidado se alejan de la supuesta heroicidad y sacrificio, que lleva a cabo la gente buena, y se acercan al goce pleno, el machismo aparece en el pensamiento masculino como un: “lo estoy volviendo joto”, “soy un pederasta” o “soy un pervertido”. Por eso creo que tiene interés decir que el trabajo de cuidados no es heroico y sacrificial, sino difícil, cansadísimo, pero también gozoso y erótico. Y todo el lío es cómo se define el goce y el erotismo… un día espero poder abordar este asunto… Una pregunta paralela que para mi surge aquí es: ¿son complementarias la concepción de los trabajos de cuidados como algo sacrificial que hace la gente «buena» con las jerarquías que sitúan por encima al trabajo intelectual o a los trabajos bien reconocidos y remunerados en el espacio social?