Katherine Hayles sobre la «función autoral distribuida» en “Only Revolutions” de Mark Danielewski
por Juan Pablo Anaya
«Su solución al problema de Thomas Pynchon sobre un encore a una obra previa fue ingeniosa: escribiría el texto espejo de House of Leaves, invirtiendo su dinámica y dando la vuelta a sus convenciones (…) «House of Leaves» [tiene un) obsesivo cuestionamiento de sus propias prácticas de inscripción, desde el derrame de tinta que borra algunos pasajes hasta la codificación en Braille, los símbolos de las banderas de señales, los signos alquímicos y las innumerables prácticas de escritura que llenan sus páginas, incluidas las referencias al cine, el vídeo, la fotografía, la telegrafía, los rayos X, la datación por radiocarbono y otras muchas tecnologías de los medios de comunicación. Por el contrario, la tecnología en OR (con la excepción de las listas rotativas de automóviles en los que Sam y Hailey viajan a velocidad por carretera) está casi totalmente ausente. Al mismo tiempo, esta ausencia sería casi imposible de lograr sin las capacidades de cálculo y búsqueda de datos de las máquinas programables y conectadas en red. Como reconoce Danielewski: «Por muy arcaico que sea [OR], con su texto iluminado y sus cintas, este libro no podría existir sin la tecnología. Sin mi G5 y mi pantalla de 23 pulgadas, con dos páginas en la pantalla a la vez» (2007c).
Además, el sistema de escritura, como lo llama Johnston (à la Kittler), incluye todas las posibilidades de la computadora, desde la función de «imagen inversa» de Photoshop que presumiblemente creó la escritura en espejo que hace el libro no tenga una contraportada y una portada, sino que cuente una historia desde sus dos caras, hasta la función de recuento de palabras que sin duda se utilizó para crear las cantidades especificadas de texto en cada cuadrante, página y pliego. Dado que estas restricciones (autoimpuestas) son fundamentales para definir a los personajes de Sam y Hailey y sus posibilidades expresivas, no es exagerado afirmar, como anticipa Johnston al hablar de la novela como ensamblaje mediático, que «las formas de subjetividad, tal y como se entienden habitualmente, se desplazan y redistribuyen a través de toda la actividad maquínica que conllevan la escritura y la lectura». (1998:5). Yo diría, sin embargo, que OR no es finalmente una narrativa de ensamblaje mediático, sino más bien una forma narrativa de nueva generación que ha ido más allá de la conmoción y el asombro de los usuarios de Internet de primera generación hasta la plena aceptación de la infoesfera como parte «natural» de la vida contemporánea en los países desarrollados. Los flujos de datos, inimaginables en su totalidad, se hacen más o menos manejables gracias a algoritmos de búsqueda cada vez más sofisticados, reflejados en OR mediante las restricciones que ordenan y contienen parcialmente el exceso de información. A medida que las máquinas programables y conectadas en red agrupan vídeo, películas, sonido y gráficos en una única plataforma, la interacción entre texto y gráficos se amplía exponencialmente, al igual que en OR. En resumen, los medios de inscripción digital y la desdiferenciación que están experimentando actualmente pueden borrarse de OR precisamente porque son omnipresentes en sus prácticas de escritura. Las variaciones paradigmáticas, junto con las simetrías especulares, funcionan como las tecnologías lingüísticas visibles posibilitadas por las tecnologías digitales de inscripción; presentes en ninguna parte dentro de la diégesis narrativa, las tecnologías digitales son evidentes en todas partes cuando consideramos el sistema de escritura en su conjunto.
¿Y qué es, en este caso, el sistema de escritura? Una vez especificado por el autor, el complejo conjunto de restricciones se convierte en componentes semiautónomos del mismo, dictándole el espectro de opciones. Cooperan en el proyecto autoral los programas de software, las funcionalidades de red y el hardware que proporcionan sofisticadas capacidades cognitivas, incluido el acceso a bases de datos y algoritmos de búsqueda. Las máquinas en red y programables son aquí mucho más que una tecnología que el autor utiliza para inscribir pensamientos preexistentes. Participan activamente en el proceso de composición, definiendo un abanico de posibilidades y localizando términos concretos que aparecen en el texto. La función de autor se distribuye, pues, a través del sistema de escritura, que incluye tanto actores humanos como no humanos.
La función de autor distribuida implica que ni el creador humano ni sus criaturas de ficción pueden pretender de forma creíble ser los únicos autores del texto. En ninguna parte de OR se explica o se inscribe la existencia del propio texto como documento material, en claro contraste con House of Leaves, donde Johnny Truant cuenta la historia del hallazgo de las notas de Zampanó y comenta extensamente su propio proceso de escritura, y donde el libro que contiene las narraciones aparece paradójicamente dentro de la diégesis narrativa. La ausencia de personajes-autores en OR realza la importancia del ensamblaje que forma el sistema de escritura, visiblemente aparente en cada página, desde la jerga historicamente correcta, las miles de entradas cronológicas y las elaboradas simetrías.”
