Ella Fitzgerald y Summertime
por Juan Pablo Anaya
«Ella Fitzgerald reinterpretó cuanto pudo Summertime. Nunca una versión igual a la otra. De no ser por las grabaciones, su voz cumpliría uno de los objetivos del jazz: la máxima subjetividad que palidece en la memoria, el limbo de la improvisación enterrándose en la conciencia de quien lo escucha. Hay una emotividad imprecisa en la voz de Ella. No es la de quien canta una canción de cuna que conmueve al auditorio. No es tampoco la del giro dramático que puede dársele a la canción en el último acto de Porgy and Bess. Ella Fitzgerald fue abandonada por su padre y años más tarde quedó huérfana cuando su madre murió en un accidente automovilístico. Una suerte parecida corre el hijo de Clara en Porgy and Bess. Es difícil creer que la cantante no se haya identificado con el huérfano cuyos oídos son el destino final de Summertime. Esta anécdota dispara la expresividad de la interpretación. La ironía reina en la voz de Ella, que al cantar So, hush little baby, don’t you cry posee la certeza de que las promesas del verano no se cumplirán. El público entonces se transforma en un espejo que no puede sino regresarle su propia imagen: Fitzgerald interpreta Summertime para sí misma.»
Tania Carrera