Sobre Kafka y su máquina célibe
por Juan Pablo Anaya
«Si tratamos de resumir la naturaleza de esta máquina artista según Kafka, debemos decir: es una máquina célibe, la única máquina célibe, y por ello mismo tanto más conectada a un campo social de conexiones múltiples. Precisamente por no tener familia, ni conyugabilidad, el célibe por sí solo es más social, social-peligroso, social-traidor, y colectivo. («Estamos fuera de la ley, nadie lo sabe, y sin embargo todo el mundo nos trata como si lo supiera.») Es que el secreto del célibe es este: su producción de cantidades intensivas, las más bajas como las de las ‘cochinas cartas’, y las más altas como las de la obra ilimitada; esta producción de cantidades intensivas, el célibe la realiza en el cuerpo social, en el campo social mismo. Un mismo y único proceso. El más alto deseo desea al mismo tiempo la soledad y el estar conectado a todas las máquinas de deseo. Una máquina tanto más social y colectiva cuanto que es solitaria, célibe, y que, al trazar la línea de fuga, equivale necesariamente ella sola a toda una comunidad cuyas condiciones no están dadas todavía en la actualidad: ésa es la definición objetiva de la máquina de expresión que, como hemos visto, remite al estado real de una literatura menor donde ya no hay ‘problema individual’. Producción de cantidades intensivas en el cuerpo social, proliferación y precipitación de series, conexiones polivalentes y colectivas inducidas por el agente célibe: no hay otra definición»
Deleuze y Guattari, Kafka. Por una literatura menor, pág. 104.