Considerando los chistes dudosos
por Juan Pablo Anaya
«Señor Director del difundido diario:
Considerando los chistes dudosos (¿Es chiste o no es chiste?) como un género superior, de más calidad que el chiste cierto y por ello más escaso de ejemplares, como lo comprobará el que se dedica a inaugurar una colecta de ellos, propongo crear la Sección de esta especie, de la risa en duda.
Ofrezco para ella estos pocos representantes del no-en-seguida-chiste, cuyo honor y signo de verdadera calidad finca en que le sigue una pausa de la humana duda. Hecha exclusión de lo que es indigno de duda en humorismo –las oratorias inaugurativas y aniversarias– verá usted que pocos chistes de este alto tipo se pueden recolectar:
–Era tan feo, que aun los hombres más feos que él no lo eran tanto.
–Era tan obstinado y de mal gusto que hasta un instante antes de morir, vivía.
–Al ladrón, bajo la cama: –¡Pero hombre! ¡Se ha puesto usted la cama del revés!
–El feo, recién presentado, le dice a la dama: –Señora: soy feo, es muy cierto; pero no es culpa mía; se me machacó tanto el ser previsor y disciplinado, que nunca dejara nada para el día de mañana, que no pude apartarme de esta norma inveterada. Soy feo, es cierto, pero qué queréis, ¡no he podido dejarlo para mañana!
–Disparaba tan ligero y tanto, que de repente tuvo el susto de si no había dado la vuelta al mundo y estaba a un centímetro de embestir su espalda.
–Fueron tantos los que faltaron que si falta uno más no cabe.
En fin, quiero explicarle que si no he cumplido últimamente con mi compromiso de colaboración, es porque me encuentro desde hace algún tiempo en la tarea de clasificar (o clarificar) la Realidad, o por lo menos de ordenar ciertas categorías»
Fernández, Macedonio, «Del bobo de Buenos Aires» de Papeles de Recién venido.