Las largas pausas de Obrador al hablar nos distraen con el fin de volver a reafirmar a toda costa las hipótesis y los temas que han construido a su personaje

por Juan Pablo Anaya

Hipótesis: Obrador trabaja con el suspenso en su oratoria para, supuestamente, generar interés, dar contundencia a sus palabras y teatralizar el hecho de que está pensando. Esta teatralización pareciera querer suplantar el tiempo y el ritmo de un razonamiento con un carga afectiva que quiere distraernos de lo que había sido dicho anteriormente y del contexto de la discusión (que da coherencia a lo que está siendo discutido, a las afirmaciones que se pueden avanzar y a las conclusiones que se podrían obtener). Las largas pausas nos distraen con el fin de volver a reafirmar a toda costa las hipótesis y los temas que han construido a su personaje, ejemplo, los conservadores no me dejan gobernar. Es como si el discurso quisiera presentar a un hombre sensato y esconder la manera en que, quien habla es simplemente un necio que no escucha.

¿Qué acontecimiento estamos experimentando? La entronización de las fuerzas reactivas en la política que precisamente buscan borrar los acontecimientos. El razonamiento tú eres malo, por lo tanto yo soy bueno llevado a estrategia de discurso para distraernos del acontecimiento y reafirmar a cierto personaje y sus determinados temas. Es una manera de «obrar», de manera similar a la manera en que la RAE habla de un «cantinflear», en la que «obrar bien» consiste en atender no al acontecimiento sino a las consignas morales del orador. En este sentido, este «obrar bien» resulta muy similar al acto cristiano con el mismo nombre, donde lo importante es obrar siguiendo el código moral de los mandamientos sin importar la situación que esté teniendo lugar. En este sentido es un obrar que, paradójicamente, impide cualquier acción moral, pues la tabla del bien y del mal está dada de antemano, y busca un actuar automático. «Obrar bien» se vuelve sinónimo de un estado de sujeción que se construye en el discurso mismo.

(Me intrigan en relación a este tema y quiero pensar estas preguntas: 1) ¿Por qué Deleuze reivindica una noción de simulacro en Diferencia y repetición y después parece hacerlo a un lado en Lógica del sentido (su libro sobre el acontecimiento)? 2) ¿Qué relación tiene el simulacro deleuziano, en Diferencia y repetición y Lógica del sentido con el acontecimiento? 3) ¿Qué relación tiene para Baudrillard el acontecimiento con el simulacro. Creo que la respuesta a la pregunta 3 es que para Baudrillard los simulacros son productores de acontecimientos).