«Cuando llegue el último día, el sabio (estoico) no vacilará en ir a la muerte con paso firme» Séneca

por Juan Pablo Anaya

“¿Puede haber algo más necio que la sensibilidad de ciertos hombres, me refiero a aquellos que se jactan de prudentes? Están ocupados y se afanan en ver cómo podrían vivir mejor, sin darse cuenta de que ¡planean su vida a costa de su vida! Hacen proyectos a largo plazo, cuando la dilación es la mayor pérdida de vida; suprime siempre el día de hoy, nos despoja del presente mientras promete lo que vendrá. El mayor obstáculo para vivir es la expectativa; nos perdemos el ahora por estar pendientes del mañana. Dispones de lo que está en manos de la fortuna y dejas pasar lo que está en las tuyas. ¿Dónde pones la mira? ¿Adonde te diriges? Todo lo que está por venir es incierto: vive el momento actual.

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¿Cómo poner en duda que los mejores días son también los primeros que escapan a los míseros mortales, esto es, a los hombres ocupados? A sus espíritus todavía pueriles los agobia la vejez, a la que llegan desarmados y sin haberse preparado. En efecto, nada se ha previsto; de repente y sin pensarlo cayeron en ella, pues no advirtieron que día a día se iba acercando. Del mismo modo que una lectura, una conversación o un pensamiento un poco más profundo capturan la atención de los viajeros, y de golpe se percatan de que ya llegaron sin haberse dado cuenta de que se acercaban al final del viaje, así este constante y velocísimo camino de la vida, que hacemos al mismo paso los dormidos y los despiertos, no se revela a los atareados más que al último.

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Viejos decrépitos mendigan con ruegos la concesión de unos cuantos años; fingen que son más jóvenes, se halagan con mentiras y de buen grado se engañan como si con ello burlaran también a los hados. Pero cuando alguna flaqueza les advierte de su condición mortal, desfallecen como aterrorizados, no como si abandonaran la vida, sino como si ella los echara a la fuerza. Dicen a gritos que han sido unos necios por no haber vivido y que, si llegaran a escapar de la enfermedad, llevarían una vida entregada al ocio; entonces piensan cuán en vano se han procurado cosas de las que no disfrutan y cómo todo su esfuerzo ha caído en el vacío. En cambio, la vida de aquellos que se mantienen al margen de todo negocio, ¿cómo no va a resultarles larga? No cedieron nada de ella, nada se desparrama por uno ni otro lado, no entregaron nada a la fortuna, nada desapareció por descuido, nada se perdió por despilfarro, nada es superfluo; toda entera, por así decirlo, rinde intereses. De modo que, por corta que sea, es de sobra suficiente y, por ello, cuando llegue el último día, el sabio no vacilará en ir a la muerte con paso firme.

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La vida más breve y acongojada es la de aquellos que se olvidan del pasado, descuidan el presente y temen el futuro; cuando esos desdichados llegan al final, comprenden demasiado tarde que han estado ocupados todo el tiempo en no hacer nada.

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Es en verdad miserable la condición de toda la gente ocupada, pero todavía más la de aquellos que no trabajan en sus propias ocupaciones, adaptan su sueño al de otros, andan al paso ajeno, reciben órdenes para amar y odiar, que son las cosas más libres de todas. Si ellos quieren saber cuán breve es su vida, no tienen más que pensar en qué medida ha sido realmente suya.”

Fragmentos de «Sobre la brevedad de la vida» de Séneca en Contra el trabajo, editado por Tumbona, descargable aquí: https://pirateca.com/politica/contra-el-trabajo-vv-aa/