«Sepultada bajo esta nueva capa geológica, de la era del accidente de automóvil, estaría mi propia y minúscula muerte, tan anónima como una cicatriz vitrificada en un árbol fósil.» en «Crash» de J. G. Ballard.
por Juan Pablo Anaya
«»Un convertible blanco se acercó guiñando los faros cuando yo descendí del coche. La rodilla se me dobló fatigada por el esfuerzo y casi perdí el equilibrio. A mis pies había un tendal de hojas muertas, envoltorios de cigarrillos y vidrios rotos. Estos fragmentos de ventanillas rotas, barridos a un costado por generaciones de enfermeros de ambulancia, se apilaban como en un pequeño túmulo. Observé esta franja polvorienta, restos de un millar de accidentes de automóvil. Dentro de cincuenta años, a medida que los coches siguieran chocando, los fragmentos de vidrio se amontonarían en una barranca; en treinta años más habría allí una playa de cristales afilados. Tal vez apareciera entonces una nueva raza de vagabundos que hurgaría en estos cúmulos de parabrisas fracturados buscando colillas de cigarrillo, preservativos usados y monedas perdidas. Sepultada bajo esta nueva capa geológica de la era del accidente de automóvil, estaría mi propia y minúscula muerte, tan anónima como una cicatriz vitrificada en un árbol fósil.»